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Realismo científico y realismo conjetural

28/04/2024

Según el realismo científico, la ciencia persigue alcanzar enunciados verdaderos acerca de lo que hay en el mundo y cómo se comporta éste, a todos sus niveles y no sólo al nivel de la observación. Más aún, se asevera que la ciencia ha hecho progresos hacia ese fin por cuanto ha llegado a teorías que son, al menos aproximadamente, ciertas, y descubierto al menos algo de lo hay. Así, por ejemplo, la ciencia ha descubierto que existen cosas tales como los electrones y los agujeros negros y que, aunque algunas teorías anteriores acerca de estas entidades han sido mejoradas, estas teorías eran aproximadamente verdaderas, como se puede demostrar al derivarlas como aproximaciones a las teorías actuales

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Alan F. Chalmers. ¿Qué es esa cosa llamada ciencia?; What is this thing called science? (1999).

El honor perdido

31/03/2024

que a vuestros pies os lo ruego
de rodillas y llorando
sobre estas canas que el pecho,
viendo nieve y agua, piensa,
que se me están derritiendo.
¿Qué os pido? Un honor os pido,
que me quitasteis vos mesmo;
y con ser mío, parece,
según os lo estoy pidiendo
con humildad, que no os pido
lo que es mío, sino vuestro.
Mirad, que puedo tomarle
por mis manos, y no quiero,
sino que vos me lo deis.

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Calderón de la Barca. El alcalde de Zalamea o El garrote más bien dado (1636).

Las leyes como regularidades

28/02/2024

Una respuesta común a la pregunta «¿Qué hace que la materia se conduzca según leyes?» es negar su legitimidad. Esta línea de pensamiento fue expresada vigorosamente por el filósofo David Hume y ha sido muy influyente desde entonces. Desde el punto de vista de Hume, es un error suponer que el acontecer según leyes está causado por algo. En rigor, la idea toda de causalidad en la naturaleza es puesta en duda. El razonamiento es como sigue. Cuando, por ejemplo, chocan dos bolas de billar, podemos observar sus movimientos inmediatamente antes e inmediatamente después de la colisión, y podremos ser capaces de descubrir una manera regulada en que sus velocidades antes del impacto se relacionan con sus velocidades después, pero lo que no podremos ver es nada que se añada a esto y que pueda ser identificado como el efecto causal de una bola sobre otra.

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Alan F. Chalmers. ¿Qué es esa cosa llamada ciencia?; What is this thing called science? (1999).

Falsacionismo y revolución copernicana

28/01/2024

La Revolución Copernicana

En la Europa medieval se aceptaba por lo general que la Tierra se en contraba en el centro de un universo finito y que el Sol, los planetas y las estrellas giraban alrededor de ella. La física y la cosmología que proporcionaban el marco conceptual en el que se asentaba la astronomía eran básicamente las desarrolladas por Aristóteles en el siglo IV a.C. En el siglo II de nuestra era, Tolomeo ideó un sistema astronómico detallado que especificaba las órbitas de la Luna, el Sol y todos los planetas.

En las primeras décadas del siglo XVI, Copérnico ideó una nueva astronomía, una astronomía que, al implicar una tierra que se movía, cuestionaba el sistema tolemaico y aristotélico. Según la tesis copernicana, la Tierra no está inmóvil en el centro del universo sino que gira alrededor del Sol junto con los planetas. En la época en que se comprobó la idea de Copérnico, la visión aristotélica del mundo había sido reemplazada por la newtoniana. Los detalles de la historia de este importante cambio teórico, cambio que duró un siglo y medio aproximadamente, no apoyan las metodologías por las que abogan inductivistas y falsacionistas e indican que se necesita una concepción de la ciencia y de su desarrollo diferente y estructurada de un modo más complejo.

Cuando Copérnico publicó por primera vez los detalles de su nueva astronomía, en 1543, había muchos argumentos que se podían esgrimir, y se esgrimieron, en contra de ella. Con respecto al conocimiento científico de la época, esos argumentos eran sólidos y Copérnico no pudo defender de modo satisfactorio su teoría frente a ellos.

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Alan F. Chalmers. ¿Qué es esa cosa llamada ciencia?; What is this thing called science? (1999).

Sobre el buen periodismo

11/01/2024

No podemos obligarles a decir la verdad. Pero podemos hacer que mientan cada vez más descaradamente.

Cita atribuida comúnmente a Ulrike Mainhof. Parece tener su origen en el libro de Bernward Vesper Diskussionslust: Eine Kulturgeschichte des «besseren Arguments» (1969):

Nosotros no podemos obligar a los gobernantes y a sus secuaces a aceptar la verdad; pero sí podemos obligarles a mentir cada vez más descaradamente.

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A continuación los dos citas en su idioma original:

Wir können sie nicht zwingen, die Wahrheit zu sagen. Wir können sie aber dazu bringen, immer dreister zu lügen.

Wir können die Herrschenden und ihre Handlanger nicht dazu zwingen, die Wahrheit zu akzeptieren; aber wir können sie dazu zwingen, immer unverschämter zu lügen.

Los problemas para definir qué es la ciencia (Lakatos)

31/12/2023

Como hemos visto, Lakatos consideró que era apropiado comprobar las metodologías con la historia de la ciencia. Es por tanto lícito, incluso dentro de sus propios términos, suscitar la cuestión de si su metodología es adecuada descriptivamente. Hay razones para dudar de que sea así. Por ejemplo, ¿sirven conceptos tales como el de “núcleo central” para identificar los programas de investigación que se puedan encontrar en la historia de la ciencia? Evidencia en contrario surge de la medida en que los científicos tratan a veces de resolver problemas ajustando los fundamentos de las teorías o programas con los que trabajan. El propio Copérnico, por ejemplo, desplazó un poco el Sol hacia los centros de las órbitas planetarias, hizo girar la Luna alrededor de la Tierra y no del Sol, y llegó a emplear toda clase de artificios con el fin de ajustar los detalles del movimiento epicíclico hasta el punto en que dejaban de ser uniformes. Por lo tanto, ¿cuál era exactamente el núcleo central del programa de Copérnico? En el siglo XIX hubo intentos serios por resolver problemas del tipo del movimiento del planeta Mercurio modificando la ley de atracción del inverso de los cuadrados. Se pueden encontrar en la historia violaciones de algunos de los ejemplos selectos de Lakatos.

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Alan F. Chalmers. ¿Qué es esa cosa llamada ciencia?; What is this thing called science? (1999).

De repente, las mujeres se alborotaron

26/11/2023
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De repente, las mujeres se alborotaron. De un día para otro, y a todo lo largo del país, los libros, los periódicos, las revistas, los cursos universitarios, los programas televisivos de entrevistas, hasta el propio Presidente de los Estados Unidos, anunciaron el alba de un nuevo orden feminista.

Las fechas son importantísimas. ¿Por qué, en palabras del historiador Carl Degler, «irrumpió en la nación un movimiento feminista renovado en los años sesenta»? Una teoría afirma que la vanguardia feminista adquirió experiencia en la campaña pro derechos civiles y las protestas contra la guerra del Vietnam. Las mujeres «aprendieron a respetarse y a conocer su propia fuerza», pero «simultáneamente se veían condenadas a desempeñar funciones serviles como secretarias, objetos sexuales, amas de casa, o «tontas»». Entonces comprendieron que seguirían estando oprimidas incluso por los hombres que militaban en los grupos antibelicistas de la izquierda radical, y probablemente esto provocó la formación de las primeras organizaciones militantes hacia 1967, que proliferaron durante todo ese año y en 1968 a una velocidad asombrosa».

Pero lo que hay que explicar es por qué esta vanguardia feminista se encontró de repente acudillando a millones de mujeres que nunca habían participado en los movimientos antibelicistas o pro derechos civiles, incluidas muchas mujeres que sentían vergüenza por los aspectos más «radicales» del feminismo, como la condena del sostén y el acoso al varón.

La teoría tan extendida de la «rebelión por inspiración» no presta la atención suficiente a los cambios que se estaban produciendo en la estructura básica de la vida económica y política norteamericana, cambios que hicieron que ciertas acciones rebeldes les parecieran necesarias a una muestra representativa de mujeres norteamericanas, y que al mismo tiempo impidieron que la sociedad reprimiese a las activistas.

No todas las acciones rebeldes que emprendieron las minorías agraviadas durante los años sesenta encontraron apoyo o resultaron imposibles de atajar. Por ejemplo, no aparecieron de repente ejércitos de ateos que boicotearan los servicios religiosos dominicales; y no ha sido precisamente por falta de dedicación que los comunistas y socialistas no hayan conseguido incitar a los obreros norteamericanos a expropiar los medios de producción. Creo que no basta simplemente con establecer una relación cronológica entre los distintos brotes de rebelión que se produjeron durante los sesenta —serie que comenzaría con las campañas pro derechos civiles, y continuaría con el antibeliscismo y los movimientos de liberación de mujeres y homosexuales— para comprender por qué prendieron de repente en Norteamérica tantas cosas que resultaban sumamente nuevas y extrañas. Este tipo de razonamiento lleva inevitablemente a una cadena de incidentes anteriores carente de un inicio identificable. Además, los eslabones parecen ser lógicamente arbitrarios. ¿Por qué no podían haberse producido los movimientos de liberación homosexual o los de las mujeres ante del movimiento pro derechos civiles? Qué duda cabe que algunos de estos movimientos «contraculturales» y de liberación se han inspirado unos en otros. Cierto es que los líderes de algunos movimientos se iniciaron en otros, y que las consignas específicas de black power, women power o gay power eran ecos de estrategias y tácticas que se transmitían de un movimiento a otro. Pero esto no significa que el último dependiera del primero en el sentido de que sin los activistas de los derechos civiles no habría surgido ningún movimiento pacifista ni de liberación de la mujer o los homosexuales. El hecho de que se hiciera un cajón de sastre con todos estos confirma sencillamente la existencia de una agitación cultural muy extendida y de carácter radical. Si queremos comprender las razones de esta agitación, ¿no deberíamos remitirnos a los cambios más profundos y básicos que ha experimentado la sociedad norteamericana?

Otra idea de escasa validez afirma que la rebelión se produjo en ese preciso momento porque fue el resultado de un largo y lento desarrollo. «La rebelión tardó más de doscientos años en fermentar», escribe una feminista, probablemente porque fueron necesarios dos siglos para desarrollar el sentido de objetivo común y el liderazgo necesario. El problema que plantea esta idea es que en las dos décadas inmediatamente anteriores a la rebelión, la actividad feminista organizada estaba disminuyendo, no aumentando. De hecho, después de la Segunda Guerra Mundial, el feminismo casi no existía en comparación con décadas anteriores, cuando todavía continuaba la lucha sufragista.

La gente que creció durante las décadas de 1940 y 1950 las recuerdan como una época en que el entusiasmo por la causa feminista estaba declinando. ¿No se podría acaso decir que estos ños fueron más bien antifeministas? No sólo se atacaba al feminismo en libros tan populares como Modern Woman: The Lost Sex, de Ferdinand Lundberg y Marynia Farnham, sinoque la maternidad y el matrimonio estaban tan en boga como los daillacs blancos de grandes aletas y el almuerzo con martinis. Muchas líderes feministas recuerdan su lucha personal en los años de la posguerra contra el empeño de los medios de comunicación de masas en darle glamour a la imagen del ama de casa hogareña y devota de su marido. Betty Friedan decía que era un tiempo en que se esperaba que las mujeres se pintasen los ojos para pasar la aspiradora. Otras recuerdan que habían médicos convencidos de que las mujeres trabajadoras suponían un daño para sus hijos y sus maridos. Los psiquiatras diagnosticaban que las mujeres universitarias que competían con los hombres sufrían «envidia de pene». El antropólogo Ashley Montagu advertía: «Declaro como axioma que ninguna mujer con marido e hijos pequeños puede desempeñar un empleo de jornada completa y al mismo tiempo ser una buena ama de casa».

Parece que las mujeres estaban de acuerdo con todo eso. Una encuesta Gallup de 1936 ponía de manifiesto que tres cuartas partes de las mujeres desaprobaban que la mujer casada trabajase, y otra de la revista Fortune, en 1946, indicaba que había más mujeres que hombres que expresaban dudas sobre anteponer la carrera a la familia. Uno de los primeros investigadores descubrió que a finales de los años cincuenta las amas de casa que no trabajaban en cierto modo despreciaban y se mofaban de las que sí lo hacían y que éstas compartían estos sentimientos. En esta época, las esposas que trabajaban, tanto como las que no lo hacían, pensaban que las mujeres trabajadoras eran compañeras nerviosas y poco cariñosas, incapaces de llevar bien la casa.

Creo que la prueba más definitiva de que, antes de la rebelión, el feminismo estaba perdiendo fuerza, no ganándola, fue el incremento de la tasa de natalidad. Durante las décadas de 1940 y 1950 todo el país agarró una extraordinaria borrachera procreadora, más conocida como el baby boom de la posguerra. Cuando mujeres como Betty Friedan protestaron contra el excesivo papel de la maternidad en sus vidas, no estaban hablando de un producto de su imaginación, sino de una extraordinaria y abundante cosecha de bebés que ellas mismas acababan de producir.

De modo que no se puede explicar la fecha de eclosión de la rebelión en términos de un crecimiento continuo de la fuerza feminista. Más bien habría que explicar por qué el antifeminismo se vio súbitamente desplazado por su opuesto.

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Marvin Harris. La cultura norteamericana contemporánea. Una visión antropológica; America Now: The Anthropology of a Changing Culture (1981).

06/11/2023
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Cuando llega la noche, regreso a casa y entro en mi escritorio, y en el umbral me quito la ropa cotidiana, llena de fango y de mugre, me visto paños reales y curiales, y apropiadamente revestido entro en las antiguas cortes de los antiguos hombres donde, recibido por ellos amorosamente, me nutro de ese alimento que sólo es el mío, y que yo nací para él: donde no me avergüenzo de hablar con ellos y preguntarles por la razón de sus acciones, y ellos por su humanidad me responden; y no siento por cuatro horas de tiempo molestia
alguna, olvido todo afán, no temo a la pobreza, no me asusta la muerte: todo me transfiero a ellos.

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Carta de Maquiavelo a Francesco Vettori, 10 de diciembre de 1513, por Niccolò di Bernardo dei Machiavelli

El siglo después de Copérnico

31/10/2023

En los cien años que separan el Commentariolus (h. 1510) de Copérnico de la Astronomia nova (1609) de Kepler y La gaceta sideral (1610) de Galileo, la aceptación del copernicanismo fue limitada y desigual. En general, se estimaron los aspectos matemáticos del copernicanismo por la mayor sencillez de sus movimientos; pero se tomó con escepticismo su cosmología porque entrañaba el movimiento de la Tierra. Maliciándose que la astronomía copernicana era importante y no deseando comprometerse con su cosmología, los teólogos desarrollaron una filosofía escéptica y ficcionalista. El primero de ellos fue el luterano Andreas Osiander. George Joachim Rhetico, el único discípulo de Copérnico, se ocupó de la edición del De revolutionibus en Nuremberg hasta que tuvo que ir a ocupar su puesto en Leipzig, momento en que lo sustituyó Osiander. Este, sin ninguna autorización, incluyó al comienzo una morcilla propia en la que avisaba al lector de que no debía tomarse en serio lo que iba a leer. Aunque Copérnico era un realista que defendía la realidad de las matemáticas para investigar la naturaleza del cosmos, Osiander defendía la vieja separación de matemáticas y física, negándoles a las primeras toda capacidad de investigar cómo es el mundo: el astrónomo computa mediante hipótesis que no tienen por qué ser «verdaderas o ni siquiera verosímiles», sino que bastan con que den buenos resultados. (Obviamente, si Copérnico fuese de esa opinión, no se hubiera molestado en hacer una nueva teoría que daba los mismos resultados que la de Ptolomeo). El astrónomo no entiende de causas ni le importan, contentándose con usar la hipótesis que sea más cómoda para calcular. En realidad, solo la revelación divina puede ofrecer conocimientos ciertos del cosmos. Cuando se publicó el libro con esta advertencia sin firmar, como si fuera del propio Copérnico, Rhetico y T. Giese (obispo y amigo de Copérnico) protestaron ante las autoridades de Nuremberg sin mayor éxito. De manera que el prólogo pudo engañar a quien quisiese dejarse engañar hasta que Kepler desenmascaró públicamente a Osiander en la carta abierta a Ramus impresa en el dorso de la primera página de su Astronomía nova de 1609.

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Carlos Solís y Manuel Sellés. Historia de la ciencia (2005).

Los artículos de pacotilla

30/09/2023

Las causas del paso de la producción de bienes a la de servicios e información son mucho menos obvias que las del crecimiento de los oligopolios corporativos y la Administración pública. Era una cuestión de necesidades y oportunidades. En nombre de la eficiencia, la producción de bienes se automatizó, se concentró y se sindicó. De ahí que el mercado de trabajo no pudiera crecer creando puestos de trabajo en el sector industrial.

Con todo, algo había que hacer para acomodar el creciente número de personas que buscaban trabajo. No es que toda la expansión de los puestos de trabajo en el sector de los servicios y la información se planeara como un proyecto nacional de creación de empleo. Pero la eliminación de oportunidades de empleo en la producción industrial significó que una fuerza de trabajo enorme quedó a disposición de las empresas de «cuello blanco» y «cuello rosa» que todavía no se habían automatizado o sindicado. El relativo bajo coste de los trabajadores de «cuello blanco» y «cuello rosa» fomentó la expansión de la inversión de la empresa privada en el sector del proceso de información y la producción de servicios. Al mismo tiempo, ¿no fue el incremento de empleados gubernamentales un procedimiento para afrontar el problema del desempleo menos provocador que dejar a 20 millones de personas más al amparo de la caridad estatal?

Ahora estamos en camino de comprender la epidemia de los artículos de pacotilla, los perjuicios catastróficos por causa del mal servicio y la mengua del dólar. Después de tres décadas de los más asombrosos avances tecnológicos para ahorra mano de obra que ha registrado la historia de la especie humana, todo se ha vuelto más caro. ¿Por qué? Porque al mismo tiempo que la automatización de las fábricas ahorraba mano de obra y aumentaba la productividad, había otro factor que dilapidaba trabajo y reducía la productividad a una escala aún mayor. Este factor, a mi entender, no era otra cosa que el auge de los oligopolios burocráticos, tanto públicos como privados…

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Marvin Harris. La cultura norteamericana contemporánea. Una visión antropológica; America Now: The Anthropology of a Changing Culture (1981).